El hombre terminará ahorcando al río,
rasguñando a la montaña,
clavando los dientes a las cosas marginales de la vida
como lo son la paz, las flores, el fuego,
la música de las piedras mántricas
que brota a la vuelta del camino.
Todo este odio es prescindible,
obsoleto,
añejo.
Quedará siempre la inquietud
por lo que pudimos ser
a pesar de los oportunistas,
usurpadores de tierras
y de culturas.
rAqUe VaGa…

Por el arte
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poemario Sasañán la errancia del ser.